A María Isabel Zapata Montilla...
Cuánto quisiera que mi habilidad para recordar fuera tan fina como la que tengo para escribirle a las personas que quiero.
Es cierto, olvidé como es (mala) costumbre el cumpleaños de Isabel; pero (además de mi tonta memoria) eso tiene sus justificaciones.
Y es que es una lástima que Isabel Zapata no forme parte de mi día a día; finalmente, eso haría que yo recordara fechas específicas y que la tuviera presente en cualquier momento como la buena amiga que en realidad es.
Es que esto de no ver a alguien con frecuencia es cosa seria y desconcertante; se siente, cuando le hacen a uno caer en cuenta de las cosas, ajeno a una realidad que no parece la propia. Eso de que la evidencia diga una cosa pero interiormente se sienta otra.
Es que, Isabel, no hacés parte de mi día a día y aunque eso no es disculpa, sí es un atenuante para mi olvido.
Creo que hablamos por última vez en abril pasado, por aquello de tu entrevista de trabajo y el hecho de tu contratación. Y espero de ahí en adelante que todo se haya dado como sueño para vos. No obstante, no volvimos a hablar pero nos hemos acostumbrado a través de estos años de amistad (aunque suene a nostalgia), a saludarnos y enviarnos afecto de vez en cuando; a través de un correo o a través de una llamada o a través de un recorderis o simplemente enviando una invitación de Facebook o alguna otra comunidad.
Es mágico, pero a pesar del tiempo y de la distancia y del desapego y de los prolongados silencios, sabés y sé que siempre está el otro dispuesto a escuchar, a ayudar, a reir, qué sé yo... pero no estoy, pero no estás.
Ya 28 de enero pasó y todo lo demás es disculpa; olvidé el cumpleaños de Isabel.
Ah, pero ella sabe que la aprecio hasta el fin de los tiempos y que, en realidad, quisiera formar parte de su día a día.
Peter P@n
Es cierto, olvidé como es (mala) costumbre el cumpleaños de Isabel; pero (además de mi tonta memoria) eso tiene sus justificaciones.
Y es que es una lástima que Isabel Zapata no forme parte de mi día a día; finalmente, eso haría que yo recordara fechas específicas y que la tuviera presente en cualquier momento como la buena amiga que en realidad es.
Es que esto de no ver a alguien con frecuencia es cosa seria y desconcertante; se siente, cuando le hacen a uno caer en cuenta de las cosas, ajeno a una realidad que no parece la propia. Eso de que la evidencia diga una cosa pero interiormente se sienta otra.
Es que, Isabel, no hacés parte de mi día a día y aunque eso no es disculpa, sí es un atenuante para mi olvido.
Creo que hablamos por última vez en abril pasado, por aquello de tu entrevista de trabajo y el hecho de tu contratación. Y espero de ahí en adelante que todo se haya dado como sueño para vos. No obstante, no volvimos a hablar pero nos hemos acostumbrado a través de estos años de amistad (aunque suene a nostalgia), a saludarnos y enviarnos afecto de vez en cuando; a través de un correo o a través de una llamada o a través de un recorderis o simplemente enviando una invitación de Facebook o alguna otra comunidad.
Es mágico, pero a pesar del tiempo y de la distancia y del desapego y de los prolongados silencios, sabés y sé que siempre está el otro dispuesto a escuchar, a ayudar, a reir, qué sé yo... pero no estoy, pero no estás.
Ya 28 de enero pasó y todo lo demás es disculpa; olvidé el cumpleaños de Isabel.
Ah, pero ella sabe que la aprecio hasta el fin de los tiempos y que, en realidad, quisiera formar parte de su día a día.
Peter P@n