lunes, diciembre 11, 2006

A Jorge Humberto Valencia...

Nunca olvidaré aquel día que nos reímos a más no poder con el caso de Enriqueta Martínez; la verdad es que lo que jamás podré olvidar es la intensidad de tu risa de aquel día. Y eso que tu talante general siempre era en torno a la burla sana, al pasarla bien y hacer más agradable la estadía de los demás.

Este año extrañaré no poder colocar el mensaje a tu beeper como todos los anteriores 31 de diciembre; ya no habrá quien me interese que lo reciba y corrobore que desde algún lugar de la ciudad alguien lo piensa y aprecia.

A nadie le lucía esa gorra vieja tanto como a vos, y nadie podría llevar con tanto garbo y orgullo ese vetusto cinturon lleno de alicates, destornilladores y martillos.

Y aunque las circunstancias laborales nos separaron, supiste y siempre supe que nos apreciábamos mutuamente y que de alguna u otra forma el uno contaba con el otro aunque nunca fue necesario demostrarlo.

Y hoy que me he enterado del infortunio de tu definitiva ausencia, siento un vacío del que no era consciente que había sido ocupado por vos desde tiempos remotos cuando el trabajo se empeñaba en juntarnos y tener que aguantarnos las burlas propias y hacia los demás. Fueron gratos tiempos siempre.

Y hoy mucha gente te ha extrañado y me ha preguntado por vos, y a todos les contesto lo poco que sé y todos me cuentan lo mucho que saben cuando les pregunto yo. Cómo es de irónica la concepción que tenemos todos de la muerte.

Suerte Humbertillo allá donde estés, de seguro disfrutando como siempre lo hiciste acá abajo. Que sigas riendo y burlándote de la vida y de aquella eternidad que desde el pasado sábado has empezado a disfrutar.

Te quiero.


Peter P@n

martes, diciembre 05, 2006

A Roosevelt...

A los niños también a veces nos falla la memoria; y en mi caso sobretodo cuando se trata de recordar cumpleaños.

Y es que la verdad no recuerdo si es hoy cinco o fue el pasado tres de diciembre que Roosevelt cumplió años. En realidad eso no importa; importa sí que lo he recordado y especialmente que lo recuerdo no sólo hoy sino muchas veces a lo largo del año; siempre es que las cosas de la infancia son como marcas indelebles en la vida.

Debe haber cumplido los treinta y uno si mal no estoy; espero que allá en España se le celebren como debe merecerlos todo ser humano.

Felicidades Roosevelt, que Dios te proteja y te guarde junto con los tuyos... siempre.


Peter P@n